Roland
Me desperté al día siguiente escuchando susurros, me levanté sigilosamente y salí al exterior, en dirección al jardín de estatuas, me fije en ellas y vi que eran estatuas de un circo, me llamó mucho la atención la estatua del centro, un payaso ya que al mirarle la primera vez tenia la mano cerrada pero cuando lo volví a mirar estaba abierta, me asusté muchísimo y decidí volver a casa.
Cuando llegué me senté a desayunar con mi familia y mi padre nos contó que había encontrado un proyector de cine y una caja llena de películas.
Para estrenarlas me dirigí al puerto, allí conocí a un chico llamado Roland de unos 17 años, me enseñó la zona desde el centro del pueblo hasta los alrededores. Mientas tanto me contaba una historia sobre su abuelo donde me contó que fue el único superviviente de un buque que se hundió en una gran tormenta.
Al día siguiente quedamos para que me enseñara lo que me faltaba conocer del pueblo y para bucear hasta el barco hundido. Me cae muy bien este chico.
Al llegar a casa encontré una carta al lado de mi comida de mi madre diciendo que se habían ido al pueblo y que no usara el baño del segundo piso.
Después de comer me tumbé a descansar y a leer Copérnico hasta quedarme dormido.
Esta es una frase que dijo Copérnico que me gusta mucho
Saber que sabemos lo que sabemos y saber que no sabemos lo que no sabemos; ese es el verdadero conocimiento
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